jueves, 11 de febrero de 2021

LUTER: "SOMOS MOLDEABLES, NOS ADAPTAMOS A CUALQUIER SITUACIÓN". II PARTE DE LA ENTREVISTA

En esta segunda parte, Luter nos habla de la elaboración del disco, cuyo primer volumen, “Heroe”, fue editado en formato digital en 2019. y de su experiencia con las actuaciones en directo en tiempos del COVID-19.

¿Es necesario salir del carril y de la inercia para poder liberarnos de ciertas barreras que nos oprimen?

Claro, es lógico; todos estamos en unas dinámicas de vida, pero tienes que ser un poco consecuente contigo mismo, saber qué quieres y qué no quieres. Si tienes inquietudes, tienes que dejar atrás tu mundo para luego volver, si así lo decides. Esta idea, para mí, es muy importante. Se trata de buscarte a ti mismo, aunque te vayas cuatro manzanas más debajo de dónde vives o de tu familia. Para mí es imprescindible, necesitas ver qué hay al otro lado. Es un impulso que tiene que estar en cada persona.

Has contado con dos productores de primera fila, Carlos Hernández y José Nortes.

Marea estaba de gira y había que retrasar la grabación (hablando de su productor habitual, el guitarrista de la banda navarra David Díaz “Kolibrí”). Entonces pensé, voy a ver qué hay en Madrid. Era lo que me esperaba. Con José Nortes he conectado a la primera y ha sabido entenderme, ya que mi manera de hacer discos y de trabajar es un poquito complicada. Carlos estaba más enfocado a la industria actual, tuvimos nuestras cosas buenas y nuestras pequeñas diferencias… también. Era lógico, porque no estoy en ninguna onda de modernidades. Como he contado antes, quería ridiculizar todo este asunto. Era difícil ir a donde yo quería, pero creo que lo logramos. Fue una forma de salir, dar una vuelta y cambiar de aires. Con mi amigo Kolibrí estoy muy a gusto, aunque seguramente trabajaré con Nortes en un futuro.

Carlos Hernández ha trabajado con muchos grupos indies y también tiene experiencia con clásicos de nuestro rock como Ariel Rock, Burning o Siniestro Total.

Me hablaron muy bien de Carlos para encontrar la parte de rock americano, de los años 90 (Smashing Pumpkins, Weezer) o de épocas más recientes como Ryan Adams. Quería adaptar este tipo de música a mi estilo, había trabajado en el último disco de Los Enemigos y también con gente del indie. La experiencia ha sido buena, trabajamos superagusto y aprendí muchas cosas. Yo quería jugar, no quería ser ningún adalid de la música independiente alternativa. Con Nortes también me fue muy bien; ha trabajado con gente como Coque Malla, Morgan o Miguel Ríos.

Sin embargo, estás prescindiendo de colaboraciones en tus últimos discos.

Llevo un par de discos en los que no hay colaboraciones. Si hay algún invitado en un trabajo mío es porque creo que debe figurar, porque quiero o porque le apetece estar. Para el anterior disco había un tema que le venía muy guay a Fito (líder de Fito & Fitipaldis) y luego nunca se plasmó, pero para “Héroe Humano” no se me ocurrió nadie.

¿Qué aspecto de este trabajo conceptual te genera más orgullo?

Siempre que tengo una idea intento acercarme el máximo a ella. El disco ha quedado muy cerca de lo que tenía en la cabeza, tanto en el trabajo artístico como en lo musical. También estoy muy contento de canciones que han surgido gracias a la investigación y a salirme de mi cuenco: “La tierra prometida” o “Lo desconocido” son, para mí, dos pequeñas joyas. He contado con productores y músicos que me entienden, que me tienen en cuenta. Para mí es un aliciente que me sirve para crecer musicalmente.

¿Cómo ha evolucionado tu forma de cantar?

Yo no soy quién para juzgar las cosas y cómo ocurren, pero sí que es verdad que me encuentro en un plano acorde a lo que soy ahora mismo. Eso sale en la voz, aunque no quiero dejar atrás mi manera de cantar, que es muy rock, muy de calle, de Burning, de Los Enemigos… Ese es mi caldo de cultivo, el rock madrileño, que no se puede borrar. Sí que es verdad que ahora hay una auténtica templanza en el modo de cantar; cuando no hay que apretar la voz, no se hace. En otros trabajos estaba más presente la garra, depende del momento vital, porque mis discos son pequeños diarios. Es una manera de adaptarme a lo que estoy tocando, en “333” (su anterior CD) ya ocurría, es un disco más de medios tiempos.

¿Cómo ha sido la experiencia en los dos conciertos de presentación en formato acústico?

El concierto de El Elefante Blanco se celebró porque necesitaba hacer la presentación. Quería quedar con los amigos, con gente de prensa. Fue un show bastante carismático. Hubo algo especial, presentamos el disco. Cuando cojo una guitarra estoy hasta que nos echen del local, y así ocurrió, nos echaron. Hubo muy buena respuesta en esta comunión que monto con la gente. En el Gruta 77 hubo un poco más de garra. No sé ni como pudimos llegar allí con la nieve (refiriéndose a la movilidad en Madrid tras el temporal Filomena). Cuando vi que el local estaba lleno y a mí me costó la vida llegar allí, decidí interpretar lo que me daba la gana, sin repertorio, charlar, y tocar haciendo como que el tiempo no existe. Eso es el rock and roll.

¿Cómo se ve desde el escenario al público con las mascarillas? ¿No está la gente un poco amordazada?

Ya llevamos mascarilla todo el tiempo, no sorprende. No me lo planteo. Prefiero pensar que no hay mascarilla porque si lo pienso, no actuaría. En la película The Matrix se dice “Dime que no hay cuchara”, pues esto es lo mismo; la cuchara no existe. La mascarilla existe, pero vamos a hacer como que no existe cuando estamos tocando, porque si no es una situación un poco extraña. Hay que adaptarse a la situación, somos moldeables y estamos demostrando que nos podemos adaptar a cualquier situación.

Al terminar, me llevé un chasco y comprobé que la calidad de gran parte de la grabación no era apta para ser radiada en el programa Otra Semana de Rock. Por ello, consensué con Luter transcribir sus palabras y publicar la entrevista en formato escrito. La conversación, como algunos diálogos que mantenemos en nuestra vida, era irremplazable, única, inimitable. Con este formato, obligamos a nuestros hermanos rockeros a volcarse en la lectura y detener, por un rato, esa inercia desbocada hacia el mundo audiovisual. 

Javier del Valle.


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